Los días futuros se yerguen ante nosotros
como una hilera de pequeñas velas encendidas,
iluminadas, tibias, vivas.
Quedan atrás los días pasados:
una triste línea de velas consumidas;
aún humean las más cercanas.
Velas frías, derretidas, deformes.
No las quiero ver, me entristecen sus formas
y me aflige el recuerdo de su primera luz.
Veo hacia adelante, a mis velas encendidas.
No quiero tornar al pasado,
no quiero estremecerme al verlo.
Qué rápido se alarga la línea sombría;
cuan pronto se multiplican las velas extintas.
A.1911
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